Somos aprendices del amor: Perdonar, el único remedio



Entrevista publicada en "Hacer Familia", Santiago, Chile. Mayo 96

Habiendo conocido muchos casos de amores malogrados, Cormac Burke opina que sólo la humildad y la capacidad de perdonar salvan el amor.

Este sacerdote irlandés, abogado, doctor en derecho canónico y juez de la Rota Romana (el tribunal que otorga las nulidades eclesiásticas) vivió veinte años entre Europa y Estados Unidos, diez en África y ahora reside en Roma. Su experiencia en humanidad se advierte no sólo por la cantidad de idiomas que habla -y que le permite conversar literalmente con "todo el mundo"- sino por el realismo con que aborda los temas relacionados con la familia.

Visitó Santiago invitado por la Universidad Católica de Chile; luego viajó a Canadá, para participar en el II Congreso Panamericano sobre Familia y Educación celebrado en Toronto.


¿Cuál es la mayor amenaza para la familia, dentro de ella misma?

El gran peligro dentro de la familia es la soberbia personal, esa gran expresión del egoísmo, que cierra el paso a la humildad. El punto crucial por tanto es la humildad para recomenzar el proceso de amar, que a su vez es la conducto de la vida. Todos somos aprendices del amor y el matrimonio es su mayor escuela, donde los esposos se casan porque se aman, pero deben saber que tendrán que luchar por mantener ese amor. Quien no reconozca esto, nunca será feliz.

¿Cómo podría "aterrizar" esta idea en el caso de las discusiones?

Decir "perdóname, estaba cansado, nervioso" y que la otra persona reconozca que también tenía parte de culpa; eso es vencer el propio orgullo, es dar la oportunidad para que se restablezca el amor.

Por su experiencia de juez en el tribunal eclesiástico, ¿cree que hay conductas que no merecen perdón?

Se debe perdonar en todo; eso es amor. Hay casos que parecen imperdonables, porque cada persona es capaz de muchas barbaridades. Por ejemplo, el hombre que comete alguna infidelidad y después la mujer es capaz de perdonarle, él por eso mismo ve que tiene una mujer realmente generosa y vuelve a amarla mucho más que antes, con más intensidad.

Usted habrá oído el dicho "perdono pero no olvido". ¿Es posible resucitar el amor?

Ese dicho confirma que todos los fracasos de la vida, de orden personal, son debidos al orgullo; al no estar dispuesto a volver a empezar, no tener ganas de reconocer el error, de pedir o dar perdón. Y aunque parezca difícil, es posible resucitar el amor. Claro que es más fácil enamorarse que mantenerse enamorado. Pero cuando se escoge a alguien como esposo (a) y el enamoramiento se convierte en amor conyugal, comprometido, definitivo, dispuesto a sacrificios, se obtienen fuerzas suficientes para recomenzar.

La culpa de parientes y amigos

¿Qué factor externo es el que más daña a las familias?

Aparte de la inmoralidad general, creo que hay una serie de presiones para dejarse llevar por el escepticismo en cuanto a la posibilidad de sacar adelante un matrimonio. Cuando viene el inevitable momento de diferencias o de riñas -a veces muy fuertes-, los parientes de los cónyuges, después los vecinos, y en último lugar los sacerdotes, tiene una gran responsabilidad en ese momento. Deben tener muchísimo cuidado. Porque pueden ser los que digan la palabra que hunda al matrimonio.

Algunos dicen: "Este es el hombre o mujer con el que me case...¿por qué seguir juntos?"

Bueno, entonces se casó calculando mal. Pensó: "¿Esta persona me hará feliz según lo que yo quiero?" Pasados los años dice: "Ah, no me está haciendo feliz como yo quería, entonces la abandono y tengo derecho a dejarla". ¡Pero eso no es un amor auténtico; no es un amor que vale para el matrimonio! El matrimonio es aceptar a la otra persona para bien o para mal, por lo tanto es incondicional, con cambios y todo. O se mantiene el concepto de amor permanente indisoluble, o no hay entrega real real nunca.

Hoy algunos afirman que el matrimonio mata la pasión

En el amor conyugal hay sexualidad y en ella debe haber pasión. Pero hay que tener claro que la pasión no es el amor; porque el amor es mucho más. Los que afirman aquello lo hacen porque totalizan el significado del apasionamiento. Y ocurre que la pasión puede ser una expresión de amor, o puede ser enemiga del amor: si es posesiva, por ejemplo, pasa a ser egoísta. Las personas tienen que aprender a usar la sexualidad como un elemento realmente humano, de modo amoroso.

Algunos jóvenes se preguntan, ¿este amor que siento es el que precisa para casarse?

El amor que "sirve" para iniciar un matrimonio -si pudiera utilizarse esa expresión- es el que está dispuesto a enfrentarse con las dificultades. No basta con la atracción erótica, que anhela la posesión y no reconoce realidades. Esa atracción es egoísta e irreal. Las personas normales se casan por amor, pero sabiendo que existen defectos por ambos lados y que con un poco de paciencia se sale adelante. Ese optimismo es importante.

¿Qué dice usted si quienes afirman que cuando se termina el amor se termina el matrimonio?

El amor no puede hundirse sin ninguna causa ni responsabilidad previas. El amor es básico en un matrimonio, pero se trata de un amor voluntario, no de un amor sentimental. Si se hunde el amor es porque se ha dejado que se hunda; se hunde por culpa, por descuido; creo que uno de los factores que más pueden mantener el amor son los hijos. En ese sentido los hijos no son "opcionales" para el matrimonio.

Muchos matrimonios piensan que los hijos los van a alejar, que el cansancio, que la angustia, que las preocupaciones económicas...

No, totalmente falso, eso es un cálculo erróneo, además de ser egoísta... La gente se cansa por muchas cosas o llega con nervios a casa porque ha acumulado demasiada tensión en el trabajo. Luego, culpa a los niños, y trata de relajarse haciendo deporte. Pero no hay nada mejor para serenarse que los hijos: ellos existen para que los padres saquen gozo de ellos y para que se mantengan unidos, porque son suyos. Un matrimonio que no llega a descubrir esta gran verdad, es muy posible que fracase porque su escala de valores los lesionará tarde o temprano. Por eso es que los hijos no son opcionales, sino son el soporte mismo del matrimonio.

Usted ha señalado en sus conferencias que la familia es la salvadora del amor, ¿por qué?

El papa Juan Pablo II ha señalado que la gran misión de las familias es salvar el amor. Vivir en una familia es aprender a convivir, a ofenderse y luego a perdonar. Es muy importante que los padres sepan pedir perdón a los hijos cuando ejerciendo su autoridad cometen errores. Así, ganan autoridad, porque han dado el ejemplo de una persona que sabe explicar. El padre que no está dispuesto a hacer esto es un orgulloso y no está formando al hijo bien.

LO PEOR: EL ENGAÑO

* Existen varias causales que vuelven nulos el sacramento del matrimonio. Monseñor Cormac Burke menciona una, de profunda incidencia:

* Se da cuando uno, engañando al otro desde el comienzo, acepta sólo en apariencia los bienes esenciales del matrimonio, que son la permanencia del vínculo, la esclusividad de la relación, y la apertura a la prole.

* En relación a las nulidades que la Rota Romana decreta, Monseñor Burke explica que la incapacidad consensual, frecuentemente esgrimida, sólo puede darse en presencia de alguna grave anomalía psíquica. Por ejemplo, la simple inmadurez, a pesar de lo que a menudo parece pensarse, no sería suficiente.

* Hay casos de nulidad que han dado mucho de que hablar, como el de Carolina de Mónaco: Como parte del tribunal puedo decir que no hubo ninguna presión sobre nosotros y sobre lo que convenía hacer. Teníamos que hacer justicia aunque la gente criticara. La presión venía de ese lado. La causa tardó diez años, convirtiéndose en una de las más largas. Pero, ¿por ser rica y conocida, íbamos a negarle lo que era de justicia?

Santiago, Mayo del 1996

MARIANA GRUNEFELD

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